Si nos ponemos a analizar las soft skills de un líder y otro que nos inspiren, veremos que, si no todas, la mayoría suelen coincidir. Tomemos un ejemplo paradigmático: el de Steve Jobs frente a Bill Gates.
Se sigue santificando la figura del primero en detrimento de la del segundo. Sin embargo, si ahondamos un poco más, veremos que Gates también tiene los valores positivos otorgados a Jobs. Trabajaba con los suyos codo a codo, es uno de los principales filántropos del planeta y siempre abanderó la idea de que delegar no es mandar, sino educar.
¿Cuáles son las soft skills de un líder?
Ahora, volviendo al espectro amplio de las cosas, ambos (Jobs y Gates) compartían una serie de rasgos comunes que podemos identificar como los puntos indispensables en las habilidades de liderazgo. Como ellos, muchos de los directivos omnipotentes de las organizaciones que conocemos también ostentan estas habilidades blandas o soft skills.
Estas habilidades, que van más allá del puro conocimiento como ya os explicábamos en otro post, marcan la diferencia. Se trata de asuntos sociales, relacionales, de actitud… Que, todos unidos, hacen de un ser humano una figura digna de ser seguida. Veámoslas.
Autoconfianza
Los grandes líderes son conscientes de su potencial, y lo aprovechan en su favor. Tienen la certeza de que pueden hacer que su mundo empresarial funcione mejor y obtenga resultados rompedores. Y creen que con su trabajo están contribuyendo a que su mundo sea mejor.
Les importa poco granjearse enemigos, aunque sean conscientes de que aquello que “más vale que hablen mal de mí, pero que hablen” es solo una falacia cultural más. De hecho, se adhieren mejor al “vine, vi y vencí” y saben que, para cumplir con esa máxima, es posible que deban desmoronar aquello que está establecido para reconstruirlo de cero.
Planificación
Porque el punto anterior sería imposible de acometer si no tuvieran claro adónde quieren llegar. Quienes tienen habilidades de liderazgo son personas educadas (o incluso autoeducadas) para perseverar en la consecución de un objetivo claro y conciso.
Para llegar hasta él, por tanto, trazan meticulosamente un paso a paso, rompiendo la idea general en pequeños escalafones construidos con objetivos menos ambiciosos pero insorteables. Ese planteamiento obliga a planificar cada fase organizativa y empresarial con antelación para, incluso si se dan imprevistos, ser capaces de adaptarse a las circunstancias con sus subalternos.
Persuasividad
Los líderes tienen una fuerza natural a la hora de convencer. Saben que es más productivo ilusionar que repetir, y que es más eficaz llegar a un tono común que reincidir compulsivamente sobre debates estériles que se centran en detalles. Tienen un pitch contundente y que genera energía y motivación.
Esto no significa que no les den importancia a las pequeñas cosas, sino que saben priorizar para abordarlas después de que los pasos importantes hayan sido dados. Pues es infinitamente más sencillo hablar de un pormenor cuando todo un proyecto está encarrilado que tratar de construir dicho proyecto dando vueltas sobre minucias.
Aceptación del miedo
Los líderes capaces no evitan el miedo, sino que evitan equipararlo con la vulnerabilidad. Se sumergen en la incertidumbre, razonan sobre las posibilidades de que haya una catástrofe y llegan a soluciones alternativas y planes de contingencia.
Así, el miedo al fracaso se convierte en un refuerzo para el plan empresarial. Se aborda el miedo con pragmatismo, convirtiéndolo en una guía clara de situaciones y pasos que seguir en caso de que se haga realidad el peor de los escenarios pensados (siempre, eso sí, siendo optimistas y pensando que no sucederá).
Conciencia de posición dominante, de liderazgo
Cerrando el círculo, los líderes saben que lo son y que todos los ojos están puestos en ellos. Que cualquier movimiento, por pequeño que sea, es un ejemplo que seguir, o un acto que criticar. Por eso, son capaces de gestionar perfectamente en qué invierten sus fuerzas.
Si alguien o algún evento les repercute negativamente, lo gestionan aisladamente o se deshacen de ello. A fin de cuentas, no es solo una cuestión de incomodidad, sino de cuánta fuerza se pierde en el timón de la empresa si esa interferencia se deja desatendida, lo que convierte las disrupciones a su persona en asuntos de Estado Organizativo… Sin necesidad de filtrar al proyecto sus miserias individuales.
Las soft skills de un líder se pueden trabajar y se deben tener en cuenta
Aunque hay personas que tienen la suerte de contar con una mayor alineación entre soft skills y liderazgo de partida, estas habilidades, como todo, se pueden trabajar y mejorar. Y en este asunto, como en cualquiera que tenga que ver con el liderazgo, hay una clave: la comunicación.
Así pues, y aun sabiendo que del dicho al hecho hay mucho trecho, es importante tener estos puntos en cuenta para tratar de aplicarlos a nuestra manera de hacer las cosas dentro de una empresa. Y la mejor manera de hacerlo es entendiendo cómo llevar a cabo la comunicación para la gestión de equipos. Solo así reforzaremos nuestras soft skills y, con ellas, nuestro lugar de trabajo.